El cerebro y el ahorro

Si crees que ahorrar es muy difícil o casi imposible, no te preocupes. ¡No te pasa sólo a ti! Es algo fisiológico de todos los seres humanos así que no te sientas culpable.

La verdad de las cosas es que el cuerpo humano, y el cerebro para ser precisos, dará siempre prioridad a la gratificación inmediata y no valoramos mucho los beneficios que obtendremos en un futuro muy lejano. Además, dado que pensar en cada unos de los factores que podrían afectar una decisión (por ejemplo, a la hora de decidir si me gasto o no ahora una cierta cantidad de dinero) es una acción que requeriría un gran esfuerzo cognitivo. Por lo mismo, muchas veces, el cerebro mismo es el que realiza “atajos” o “sesgos” que te llevan a tomar una decisión sin toda la información disponible.

Así, pensar en ahorrar para tu futuro por sobre usufructuar de los beneficios de algo inmediato es algo muy difícil, ¡y que tu propio cerebro te ayuda a esquivar!

Otro factor que generalmente se observa es que los seres humanos tienden a creer que los objetivos son fácilmente alcanzables “más adelante”. ¿Quién no ha escuchado a un pariente decir: “el lunes parto la dieta”, para poder comer un rico pastel el día domingo? Lo mismo ocurre con el ahorro: las personas tienden a creer que ahorrando desde más adelante en la vida laboral activa tendrán lo suficiente para poder jubilarse al mismo nivel de vida que tendrán en el futuro o, incluso, actualmente. Sin embargo, la realidad indica que, mientras antes uno comience a ahorrar, menos fuerte será el impacto en los ingresos al momento de jubilarse.

Hay otros sesgos que han influido en la disminución del ahorro, o similarmente, que están haciendo más difícil el ahorro. Uno de ellos es la digitalización y el hecho que las personas estén usando cada vez menos efectivo. Usar la tarjeta de crédito, o realizar pagos digitales hace que cada uno de los pagos “duela menos”, porque las personas ya no tienen que abrir la billetera y ver salir los billetes. Este “menor dolor” lleva a que las personas gasten más de lo que deberían en gratificaciones del presente, en vez de dejar dinero ahorrado para el futuro.

Ahorrar duele, porque implica dejar de hacer algo que las personas quieren hacer o tener ahora. Por lo mismo, para ahorrar se necesita sacrificio y compromiso, conceptos que no son fáciles de encontrar hoy por hoy. Así, los expertos señalan que, para ahorrar, el primer paso es ponerse metas factibles y alcanzables, que implique un ahorro por algo que deseas de verdad (una casa donde retirarse, una carrera universitaria para tus hijos) y que sea algo planificado en el tiempo. Sólo así, uno podrá sentirse realmente comprometido y burlar los “atajos” y “sesgos” que pone el propio cerebro.

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